El Dilema de las redes, documental de Netflix habla de frente sobre el poder y modelo de negocio; la adicción y las afectaciones psicológicas en los consumidores asiduos de las redes sociales. No son los primeros en encender el reflector, otros estudios ya lo habían revelado. Pero su tono de comunicación es directo. A mi parecer deja estas cinco reflexiones profundas:
- La comprensión de la AI está en pocas personas y no hay un control claro de la máquina.
- Varias de las funciones se crearon con un propósito benefactor, pero en la implementación se han pervertido.
- El marco regulatorio de la tecnología en el mundo es insuficiente lo que deja un hoyo negro. Aprovechado por la ambición del modelo económico digital.
- La politización generalizada y la malversación de elecciones por parte de gobiernos a través del contenido falso
- Hablar de ética en tecnología tiene aristas morales que demandan una profunda reflexión filosófica sobre la utopía y distopía.
Sin doble moral, para mí la solución no está en dejar de usarlas.
La mayoría de emprendimientos usan aspectos de estos modelos de negocio, en una escala menor (guardando todas las proporciones) Se ha aprendido a monetizar a los seguidores con sus datos, te regalo esto pero déjame tu correo electrónico, también falsear o crear necesidades, elaborar discursos persuasivos.
Otros emprendedores han encontrado una oportunidad de visibilizar sus productos, talentos o propósito empresarial. Personas han encontrado en las redes sociales un sentido de vida porque pueden comunicarse con la familia que se encuentra lejos, hay veces muy lejos. Personas que han recaudado dinero o solidaridad de otras en diferentes lugares del mundo. También, la visibilidad de diversidad racial, sexual, de género y de origen que desata odio pero también solidaridad.
En mi caso, las redes me permiten implementar estrategias de economía colaborativa en el periodismo. Realizar reportajes en otros países sin tomar un avión. Un clic me conecta con historias e investigaciones valiosas para mi labor.
Estamos ante una moneda con doble cara. Por un lado muy perverso, por el otro bondadoso. Creer que ellos son los malos y nosotros los buenos nos hace perder la lectura del todo. Somos un andamiaje de toda esta estructura, la importancia es comprender si somos el producto y, si lo queremos ser. Qué vamos hacer al respecto. Cómo desde nuestra ciudadanía activa y despierta usamos el activismo para proteger nuestros datos, ser consumidor perspicaz y dar un uso inteligente o por lo menos con sentido a estas redes sociales.
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